Justificados por gracia
La capacidad de perdonar se ha oscurecido mucho en los últimos tiempos. Sólo en el siglo pasado, la primera y la segunda guerra mundial dejaron familias destruidas, inconsolables madres depultando a sus hijos, hijos quedando huérfanos y millones de millones de corazones envenenados por el odio y la impotencia. En cada nación el desarrollo de sus propios conflictos internos promueven la pobreza y sus propios traumas.
En la historia de la humanidad, el resentimiento y la ambición, el deseo de poder y de riquezas, ha derramado mucho dolor y sufrimiento, siendo una constante en la herencia de generación en generación. Podríamos, sin embargo, hacernos una pregunta:
¿Es necesario seguir acumulando cargas y maldad en nuestras almas que contemplan la oscuridad a diario?
Podríamos decir que el ser humano está recogiendo lo que ha cosechado desde el huerto del Edén; ha pagado dolor por dolor, sufrimiento por sufrimiento, violencia por violencia, pero tal vez usted dirá que ha sido bueno y que no le ha hecho mal a nadie; pero la verdad es que somos todos tan responsables del mundo que tenemos ahora que no podemos evadir nuestra participación en la decadencia de la sociedad actual.
"Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera." Jueces 3:7
Somos responsables porque nos olvidamos de Dios, o quizás nunca lo conocimos, porque hubiésemos entregado nuestras vidas a Él para recibir bendición y proporcionar ayuda a otros, y nos pareció inútil. En este mensaje no pretendo recordarte todas las decisiones correctas que dejaste de tomar, todas las palabras que no debiste proferir, ni tampoco en dónde estaba tu interés cuando la calamidad llegó a tu familia o a tus seres queridos. Si quiero recordarte en quién o en qué pusiste tu confianza para encontrar protección y bienaventuranza, sobriedad y carácter para actuar correctamente, nobleza y sencillez para hallar paz y esperanza:
Tu confianza fue una religión que no nos enseñó a tener una comunión con el verdadero Dios que cambia las circunstancias a nuestro favor, que nos condujo a alejarnos del propósito de Dios, a creer en nuestros intereses por encima de Su voluntad, a arrodillarnos delante de imágenes y estatuas, a buscar aliento en vanos discursos desviados de la verdad Suprema, a tener fe en lo que no es santo.
Quizá tu confianza la pusiste en el dinero, en tus habilidades para conseguirlo, en pensar que con éste alcanzarían tus sueños, que podrías comprarlo todo, incluyendo el amor y el respeto. Pensaste que las riquezas materiales te conseguirían paz y tranquilidad, que no necesitarías jamás esperanza porque todo estaría en tus bolsillos. Es posible que te hubieses aferrado a la idea de que podrías aún escapar de un juicio divino por haber realizado muchas obras benéficas.
Lo concreto es que cada hombre y cada mujer sí tienen la oportunidad de que todas estas cargas le sean quitadas. Dios ya perdonó a quien reconozca su pecado, se aparte y reciba a su Hijo de todo corazón.
"...siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús..." Romanos 3:24
-"Hay personas tan pobres que lo único que tienen es dinero"-
¿Has escuchado esta frase alguna vez? Lo cierto es que es muy profunda y hasta te permite hojear un instante toda tu vida. Lo cierto es que no podemos comprar con dinero las cosas más valiosas, no podemos intercambiar la verdadera felicidad con pertenencias, no podemos conseguir paz con buenas intenciones, y tampoco podemos obtener el amor, nuestro perdón y nuestra libertad con tarjetas de crédito.
"Gracia" significa "misericordia", - regalo no merecido -, así que fuimos redimidos por la misericordia y el amor de Jesucristo, fuimos perdonados por su sacrificio, fuimos liberados de la condenación que merecemos. Jesucristo, el Hijo de Dios, se hizo hombre para morar en medio de la humanidad para sufrir y sentir como todos nosotros, mas su santidad le llevó a soportar las cargas de todos, nuestras enfermedades y dolencias; sus señales fueron sanidades, liberaciones, resurrecciones y mucha compasión hacia los afligidos y menospreciados. Los simples lograron encontrar su refugio y satisfacción sin límites.
¿Cree usted necesitar todas estas cosas que no ose de comprar con su dinero ni con sus buenas obras?
Hoy confiese a Dios sus pecados y reciba la salvación por medio del amor de Jesucristo, quien con brazos abiertos le espera para guiarse. El precio por tu redención ya fue pagado por Jesucristo en una Cruz, símbolo de maldición, entrégale tu corazón hoy y reconcíliate con Dios por medio de la gracia de su Hijo Jesucristo.
Dios te bendiga.
Hno. Carlos Andrés Ruiz