Heridas del Alma

"Una herida es una lesión que se produce en el cuerpo. Puede ser producida por múltiples razones, aunque generalmente es debido a golpes o desgarros en la piel. Dependiendo de su gravedad, es necesaria asistencia enfermera o profesional" (1). Amado, trataremos en esta gota de vida las heridas presentes en lo más profundo de nuestro ser, aquellas que sufrimos en el paso del tiempo, desvanecen nuestra seguridad, remueven la sonrisa verdadera de nuestros rostros y roban la alegría de vivir.  Al igual que las heridas Físicas, las del Alma también, con el tiempo, necesitan asistencia inmediata, y no de cualquiera, sino de un profesional...

 

 

Desde que nos comeeemzamos a ser consientes, nos acercamos a ser propensos de sufrir toda clase de agravios, infortunios, fracasos, promesas incumplidas, errores personales, rechazos y menosprecios; lo cierto es que pareciera que "vivimos para padecer". Hoy es un día para aceptar que hemos tropezado con mucho, y que hemos experimentado situaciones que nos han dejado heridas, donde algunas parecen haber cicatrizado, pero otras están tomando muy mala apariencia.

Veamos lo que dice el Libro Sagrado:

"Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras." - Marcos 5:2-5 -

En esta porción de la Biblia podemos notar varios aspectos fundamentales en un hombre, aunque en Mateo 8:28 nos especifica, aún más, que se trataba de dos personas en igual condición, lo cual significa que todo mundo puede padecer el mismo mal. Un aspecto es que estos hombres estaban en una condición espiritual desfavorable, las tinieblas habían envuelto sus vidas, no se pertenecían a sí mismos, su estado era deplorable y estaban entrregados a vivir como salvajes; sus cadenas y grillos despedazados les hacían poco confiables. Estaban lejos del amor y la paz que necesita todo ser humano.

Es preciso enfocarnos ahora en la última parte del pasaje en estudio: "... andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras". Usted debe tener en cuenta que lo que decimos y hacemos muesrra, casi siempre, lo que hay en nuestro corazón, describe qué hemos almacenado en éste,  y, por consiguiente, desnuda las HERIDAS acumuladas. Usted puede o no aceptarlo, lo cierto es que sus reacciones han vislumbrado sus temores y resentimientos, tal como aquellos hombres andaban dando voces en los montes, quizás gritando y haciendo aullidos. También pueda que esté vociferando dónde se ha encontrado, en algún sepulcro, donde ha sentido estar de muerte o desearla. En aquel sepulcro de la soledad, en el que le ha tocado resistir por el rechazo de muchos. Pueda que todavía se rehúse a confesar la condición de su corazón, pero debe entender que TODOS pasamos por esto y más.

Podemos, entonces, extraer un gota preciada de vida, de la fuente de vida eterna: aquellos hombres, por su estado de inconsciencia, llegaron al punto que se hacían daño ellos mismos, dice la Biblia "... e hiriéndose con piedras". Es decir,  que por no querer comprender que necesitamos ayuda en momentos dificles, podemos continuar empeorando nuestra salud, que podemos seguir prolongando nuestros sufrimientos al no recurrir a quien nos puede socorrer. Si todavía vamos más profundo, llegaríamos a ver que las almas de estos hombres estaban asimilando aquellas heridas que con piedras ellos mismos se hacían. Sus almas llenas de dolor mostraban heridas que aún supuraban; necesitaban la intervención de un experto de inmediato.

En este mensaje es importante decir que hay esperanza para TODOS, pero no todos la quieren recibir, o no todos la ponen dónde es mejor. Algunos ponen su confianza en sus religiones, en sus cultos y ritualismos, otros en sus conceptos e ideologías, muchos en sus deleites y desenfrenos. Usted y yo, tarde o temprano,  debemos alzar nuestra mirada al cielo y, conscientes de nuestras heridas, aún de las que nos hemos propiciado nosotros mismos, pedir perdón y rogar por una intervención del Experto de expertos, el Médico de médicos, del único que puede sanar TODAS nuestras afecciones,  que venció la muerte, que está sentado a la diestra del Dios Creador y Todopoderoso, quien entregó su vida en rescate por la muestra, quien ha estado cerca de ti mientras te provocabas todos esos golpes, quien ha extendido misericordia y se ha vuelto a acercar a ti, con esta GOTA DE VIDA, para salvarte de la destrucción y el padecimiento de tu alama, JESUCRISTO.

Permite a Jesucristo entrar en tu vida, curar tu corazón desde dentro, confesandole tus dolencias y tus faltas. Él está con sus brazos abiertos para que descanses en ellos.

Díos te bendiga.

Hno. Carlos Andrés Ruiz

(1) Wikipedia, la enciclopedia libre.